En la comunidad Tsáchila ser de apellido Aguavil, Calazacón o Hende es sinónimo de poder y de chamanismo. En toda la población quienes llevan por lo menos uno de estos tres apellidos tienen cierta garantía de ser un auténtico curandero, pues la historia de ellos en este poblado nace justamente con Abraham Calazacón y José María Aguavil, los chamanes más renombrados del país y a quienes se les atribuía una serie de poderes. Ellos, hace 70 años, eran los únicos que ejercían como tales. No solo eran curanderos sino también hacían el mal a cambio de dinero, cuenta Héctor Aguavil. "Ambos utilizaban plantas y piedras de la selva para hacer sus pócimas mágicas; brebajes que sin duda les dieron grandes resultados pues su fama se expandió por todo el país y se convirtieron en las voces autorizadas del chamanismo".
Lo malo de ellos, recuerda Andrés Calazacón, es que nunca se interesaron por enseñar sus conocimientos. "Muchos jóvenes y niños de hace 40 años quisimos aprender pero nunca se interesaron en instruir a las nuevas generaciones. Cuando murió José María Aguavil, Abraham Calazacón decidió abrir una escuela para enseñar chamanismo a sus familiares y a los descendientes de Aguavil.
Así sobrinos, hijos y nietos de estos grandes curanderos decidieron aprender sobre el poder que tienen las plantas con las que curaban sus ancestros. Pero cuando apenas habían estudiado 120 vegetales de los 720 que son utilizados por los chamanes, Abraham Calazacón murió y se llevó a la tumba el poder curativo de 600 plantas". Por eso, reconoce Aguavil, ninguno de los chamanes tenemos los mismos poderes que ellos exhibían."Es verdad que hemos perfeccionado las técnicas, luego de estudios minuciosos de la naturaleza, pero aún no podemos emular sus poderíos. Abraham Calazacón fue sabio, curandero, sacerdote y máxima autoridad de la comunidad de los Tsáchilas. Los chamanes o "poné", como también se los conoce en sus tribus, son seres poseedores de conocimientos y poder. Quienes los visitan no solo buscan ayuda porque están enfermos, sino también amor y prosperidad. Pero ninguno de estos trabajos es barato. Por ejemplo si usted desea curarse de una dolencia, el precio fluctúa entre 300 y 400 dólares, según la gravedad. Pero no tiene que pagar al contado, asegura Calixto Aguavil; puede dejar una parte en la primera consulta y el resto lo paga si observa mejoría. El baño de suerte y de prosperidad está por los 150 dólares y consiste en un baño con flores y un líquido de florecimiento que, según varios chamanes consultados abre los caminos cerrados hacia la prosperidad. Para el amor poseen el sígueme, sígueme cuyo frasco pequeño cuesta 25 dólares y contiene la famosa planta conocida como querendona. La raíz se la muele y mezcla con otros vegetales y se la disuelve en una colonia suave. El secreto para su efectividad es que se eche en las manos cada vez que vaya a estar cerca de la persona amada. Esto, dice Héctor Aguavil, es muy efectivo, tanto que un 60% de los clientes vienen en busca del brebaje.
Cómo se forma un chamán Lucio Lucio Alarcón de 42 años de edad, seguidor del curandero oriental Casimiro Mamallacta, y; quien también es chaman desde hace 14 años, dice que la doctrina se cimienta en el regreso del hombre a la naturaleza y que el poder curativo que tiene el chamanismo se fundamenta en la limpieza de las energías por medio de las plantas. En especial de un bejuco conocido como ayuhuasca que, sin ninguna base científica, se le adjudica la prevención y cura de enfermedades gástricas, renales, cardiacas y hasta del estrés. Según los propios chamanes, la ayahuasca que se la prepara hirviendo un trozo de la parte baja del tronco de la planta provoca alucinaciones y visiones. Por ellos los curanderos le atribuyen un poder espiritual. La pócima solo se puede beber en las noches porque la oscuridad sirve para relacionarse como el mundo mágico. Según Andrés Calazacón el agua de ese bejuco sirve para que la persona se transporte de un lugar a otro y hasta pueden observar el rostro de sus enemigos. Pero recalca que aunque la planta es alucinógena no genera adicción. Eso lo corrobora Agusto Calazacón de 55 años, quien fue sobrino de Abraham Calazacón y ahora es líder de Chihuilpe, una de las ocho comunas que conforman la Nación Tsáchila. "Al bejuco se le atribuye poderes curativos y nosotros hemos comprobado que sirve para combatir en estrés y la gastritis. He tenido pacientes que llegan muy estresados y luego de un baño con hiervas relajantes y de beber la ayahuasca se sienten mejor.
En ese mundo de hierbas y creencias ser un chaman o poné verdadero no es una tarea fácil. En la comunidad Tsáchila el aspirante debe tener entre 8 y 10 años de edad y ser hijo, nieto o pariente cercano de un gran chaman de su comuna. "Junto a él aprende los secretos del oficio que van desde el contacto con la naturaleza y los secretos de cada una de las hierbas y plantas que se utilizan para la curación", dice Sonia Calazacón de 32 años de edad y miembro de la comuna de Chuhuilpe. "Además debe demostrar que lleva una vida pura, que no ha contaminado su cuerpo con relaciones sexuales y que se han concentrado en seguir las lecciones de su maestro. Su entrenamiento y estudio a más de duros son místico y sagrado. El tiempo de aprendizaje es de 12 a 16 años en los cuales el aspirante debe vivir en armonía con la naturaleza y así tener facilidad de convocar a los espíritus buenos de la selva para que lo ayuden en los rituales de sanación". Las mujeres, en cambio, solo requiere de 8 a 10 años ya que ellas solo aprenden los secretos de las diferentes hierbas. Cuando el gran chaman o jefe de la comuna sabe que su alumno ha curado a alguien lo deja ejercer el chamanismo solo e inclusive puede poner su consultorio para atender a sus pacientes.
Estos también son conocidos como altares de curación poseen objetos mágicos y sagrados como piedras, maderas y huesos de animales. "Las piedras representan las visiones que tienen los clientes cuando beben el ayahuasca, dice Manuel Calazacón de 42 años de edad. "En los altares también existen santos a los que se pide por la sanación del paciente. Claro que antes de ir al altar de curación el cliente debe haber pasado por un baño con hierbas para que le salga las malas energías y así puedan entrar con facilidad las buenas". Si bien los shamanes son considerados sanadores existe un grupo que se dedican a hacer el mal.
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