Acciones de las personas, que van desde hechos violentos y muerte hasta costumbres de sus habitantes; o dificultades que se hallan en el camino de acceso a un lugar han servido para identificar popularmente a localidades de Manabí.
Pueblo Arrecho, Muerto Parado, Sal Si Puedes y Rabo de Caña, en Santa Ana; El Placer del Culo, en Olmedo; Pasaborracho y El Diablo, en Jama; y Come y Paga, en Pichincha, son solo una parte del abanico de nombres con que algunos campesinos manabitas decidieron llamar a poblaciones rurales.
Surgieron por alguna anécdota o situación cómica, pero se volvieron costumbre. Por ejemplo, entre bromas y disgustos, los habitantes de Pueblo Arrecho, un caserío de la parroquia Lodana, en Santa Ana, dicen que este "apodo" cogió cuerpo hace diez años durante una fiesta popular que se organizó por el Día de las Cruces, que se festeja en mayo.
El animador del jolgorio, que se hizo al aire libre, dedicó una cumbia que sonaba en ese rato "a las mujeres de Pueblo Arrecho". "El problema es que a un zángano se le ocurrió llamarlo así porque las jóvenes de este pueblo se van con marido a los 12 años, pero eso sucede en todo Manabí porque las mujeres de aquí son arrechas", comenta Elba Macías, entre risas.
A esta anciana de 84 años le disgusta el nombre de su comuna y prefiere callar cuando le preguntan donde vive. "Me da vergüenza pronunciarlo", dice.
Macías afirma que antes Pueblo Arrecho estaba cubierto por plantaciones de algodón. "Dicen que las jóvenes se iban con los hombres que llegaban a estos sembríos y se escondían en los matorrales a hacer quién sabe qué", cuenta.
Libia Majón, de 58 años, en cambio recuerda que todas sus hijas se fueron con marido antes de cumplir la mayoría de edad. "La que más joven se me fue tenía 15 años", agrega.
Pero la posición como hallan a los muertos que en vida eran famosos por sus crímenes también son fuentes de inspiración a la hora de bautizar a los sitios rurales manabitas. Un árbol denominado guasmo fue el sostén de Eraclicton Alcívar después que lo apuñalaron y abalearon.
Él cuerpo inerte de Alcívar estaba sujeto con piolas a un guasmo cuando unos campesinos de la parroquia La Unión, en Santa Ana, lo encontraron hace ya 50 años. "Desde allí a ese caserío lo conocen como Muerto Parado", explica Byron Pico.
Él, de 67 años, es el hijo de una de las tres personas que asesinó Alcívar. "Era un hombre malísimo. Mató a mi papito solo porque lo quiso mandar a la cárcel y por eso mereció lo que le hicieron", acota este manabita.
Otra anécdota originó que a un sitio aislado, ubicado en los costados de una vía de herradura de Pichincha, lo bauticen como Come y Paga. Rodolfo Párraga, oriundo de la zona, cuenta que un chofer estacionó su camión al pie de una vivienda de madera para descansar y comer.
"Este individuo pidió comida a una familia del lugar pero no tenía dinero para pagar. Se confió de la amabilidad de los manabitas y cuando le cobraron la dueña de la casa le dijo aquí se come y paga y desde allí se quedó con ese nombre", recuerda Párraga. Ahora este lugar se convirtió en un paradero donde los transportistas descansan y comen para amenizar sus travesías.
El Placer del Culo está hasta señalado en los mapas turísticos de la provincia como una comunidad rural de Olmedo. Primero los habitantes lo bautizaron como El Culo, pero Dalinda Ríos Carvajal, profesora que laboró en esta localidad, explica que un sacerdote católico recomendó que reemplacen ese nombre bastante vulgar por El Placer.
"Fue a partir de ese momento en que los habitantes decidieron ponerle El Placer del Culo, aún peor que antes", explica Ríos.
Esta denominación se origina porque las casas de este sitio están bordeadas por un afluente del río Puca, donde antaño se bañaban algunas mujeres desnudas. "No se sabe desde cuándo, pero fue más o menos a mediados de siglo pasado. Por eso le pusieron El Culo", según Ríos.
Los hábitos de un pescador alcohólico originó que a un sitio del cantón Jama lo denominen Pasaborracho. El individuo salía de su vivienda sin decir nada a sus familiares. "Siempre utilizaba un trillo (camino) y mientras avanzaba escupía para que sus parientes se guiaran y pudieran localizarlo. Él se hizo tan popular que adquirió el nombre de Pasaborracho", explica Carmen Soledispa, ama de casa.
Sal Si Puedes, un barrio que se extiende sobre una agreste loma y que sobresale del resto de casas de la zona urbana de Santa Ana, rinde honor a su nombre. Ingresar a las viviendas de la zona es fácil, pero casi imposible salir de la misma forma, sobre todo en temporada invernal.
Los senderos que separan a las casas están cubiertos en la época de verano por una tierra arcillosa mezclada por unas diminutas piedras. Mientras que en invierno las calles se convierten en torrentes de agua o lodo.
Los vendedores ambulantes que recorren Santa Ana en camionetas dejan sus vehículos a un costado de la loma y luego se enrumban a las casas por empinados caminos de tierra. "Cuando visité esta zona por primera vez no sabía la fama y me caí tres veces mientras bajaba de las casas", recuerda Federico Zambrano, quien vende electrodomésticos y recorre todos estos pueblos de nombres anecdóticos.
NOMBRES RAROS
Pesadilla, La Boca del Toro, La Conga, La Acerradora, Calabozo, La Guayja, Tigre Grande, Chupa Caldo, Mandurria Adentro, Nariz del Diablo, Come, Paga Arriba, Filo de Pescado, Mono de Paja, en Pichincha.
Chilaguabal, Cohete, La Manga del Cura, Mono Campeche, Pupusá, La Bramadora, Agua Sucia, San Ramón de la Roncadura, en El Carmen.
Quiebracabeza, Chibunga, Bravos Chicos, Bravos Grandes, El Capricho, Boca Vaca de Monte, Cuchara, San José del Tigre, Cerro Chamiza, Pulgas, en Chone.
Toalla Grande, Pepa de Uso, Cárcel de Abajo, en Montecristi.
Tripa de Pollo, El Placer del Culo y Boquerón, en Olmedo. Guacharacal, Cuacucal, Pajuy, Quiauque, en Pedernales.
La Trama, La Cangagua, El Roncador, en Paján. Soco Soco, La Atravesada, en Tosagua. Pata de Pájaro, Boca de Burro y Chicompe, en Santa Ana. Canta Gallo, en Jipijapa. El Pollo, Pimpiguasí y Ojo de Agua, en Portoviejo. Río Muchacho, en San Vicente. Liquiquí, en Manta.
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Pueblo Arrecho, Muerto Parado, Sal Si Puedes y Rabo de Caña, en Santa Ana; El Placer del Culo, en Olmedo; Pasaborracho y El Diablo, en Jama; y Come y Paga, en Pichincha, son solo una parte del abanico de nombres con que algunos campesinos manabitas decidieron llamar a poblaciones rurales.
Surgieron por alguna anécdota o situación cómica, pero se volvieron costumbre. Por ejemplo, entre bromas y disgustos, los habitantes de Pueblo Arrecho, un caserío de la parroquia Lodana, en Santa Ana, dicen que este "apodo" cogió cuerpo hace diez años durante una fiesta popular que se organizó por el Día de las Cruces, que se festeja en mayo.
El animador del jolgorio, que se hizo al aire libre, dedicó una cumbia que sonaba en ese rato "a las mujeres de Pueblo Arrecho". "El problema es que a un zángano se le ocurrió llamarlo así porque las jóvenes de este pueblo se van con marido a los 12 años, pero eso sucede en todo Manabí porque las mujeres de aquí son arrechas", comenta Elba Macías, entre risas.
A esta anciana de 84 años le disgusta el nombre de su comuna y prefiere callar cuando le preguntan donde vive. "Me da vergüenza pronunciarlo", dice.
Macías afirma que antes Pueblo Arrecho estaba cubierto por plantaciones de algodón. "Dicen que las jóvenes se iban con los hombres que llegaban a estos sembríos y se escondían en los matorrales a hacer quién sabe qué", cuenta.
Libia Majón, de 58 años, en cambio recuerda que todas sus hijas se fueron con marido antes de cumplir la mayoría de edad. "La que más joven se me fue tenía 15 años", agrega.
Pero la posición como hallan a los muertos que en vida eran famosos por sus crímenes también son fuentes de inspiración a la hora de bautizar a los sitios rurales manabitas. Un árbol denominado guasmo fue el sostén de Eraclicton Alcívar después que lo apuñalaron y abalearon.
Él cuerpo inerte de Alcívar estaba sujeto con piolas a un guasmo cuando unos campesinos de la parroquia La Unión, en Santa Ana, lo encontraron hace ya 50 años. "Desde allí a ese caserío lo conocen como Muerto Parado", explica Byron Pico.
Él, de 67 años, es el hijo de una de las tres personas que asesinó Alcívar. "Era un hombre malísimo. Mató a mi papito solo porque lo quiso mandar a la cárcel y por eso mereció lo que le hicieron", acota este manabita.
Otra anécdota originó que a un sitio aislado, ubicado en los costados de una vía de herradura de Pichincha, lo bauticen como Come y Paga. Rodolfo Párraga, oriundo de la zona, cuenta que un chofer estacionó su camión al pie de una vivienda de madera para descansar y comer.
"Este individuo pidió comida a una familia del lugar pero no tenía dinero para pagar. Se confió de la amabilidad de los manabitas y cuando le cobraron la dueña de la casa le dijo aquí se come y paga y desde allí se quedó con ese nombre", recuerda Párraga. Ahora este lugar se convirtió en un paradero donde los transportistas descansan y comen para amenizar sus travesías.
El Placer del Culo está hasta señalado en los mapas turísticos de la provincia como una comunidad rural de Olmedo. Primero los habitantes lo bautizaron como El Culo, pero Dalinda Ríos Carvajal, profesora que laboró en esta localidad, explica que un sacerdote católico recomendó que reemplacen ese nombre bastante vulgar por El Placer.
"Fue a partir de ese momento en que los habitantes decidieron ponerle El Placer del Culo, aún peor que antes", explica Ríos.
Esta denominación se origina porque las casas de este sitio están bordeadas por un afluente del río Puca, donde antaño se bañaban algunas mujeres desnudas. "No se sabe desde cuándo, pero fue más o menos a mediados de siglo pasado. Por eso le pusieron El Culo", según Ríos.
Los hábitos de un pescador alcohólico originó que a un sitio del cantón Jama lo denominen Pasaborracho. El individuo salía de su vivienda sin decir nada a sus familiares. "Siempre utilizaba un trillo (camino) y mientras avanzaba escupía para que sus parientes se guiaran y pudieran localizarlo. Él se hizo tan popular que adquirió el nombre de Pasaborracho", explica Carmen Soledispa, ama de casa.
Sal Si Puedes, un barrio que se extiende sobre una agreste loma y que sobresale del resto de casas de la zona urbana de Santa Ana, rinde honor a su nombre. Ingresar a las viviendas de la zona es fácil, pero casi imposible salir de la misma forma, sobre todo en temporada invernal.
Los senderos que separan a las casas están cubiertos en la época de verano por una tierra arcillosa mezclada por unas diminutas piedras. Mientras que en invierno las calles se convierten en torrentes de agua o lodo.
Los vendedores ambulantes que recorren Santa Ana en camionetas dejan sus vehículos a un costado de la loma y luego se enrumban a las casas por empinados caminos de tierra. "Cuando visité esta zona por primera vez no sabía la fama y me caí tres veces mientras bajaba de las casas", recuerda Federico Zambrano, quien vende electrodomésticos y recorre todos estos pueblos de nombres anecdóticos.
NOMBRES RAROS
Pesadilla, La Boca del Toro, La Conga, La Acerradora, Calabozo, La Guayja, Tigre Grande, Chupa Caldo, Mandurria Adentro, Nariz del Diablo, Come, Paga Arriba, Filo de Pescado, Mono de Paja, en Pichincha.
Chilaguabal, Cohete, La Manga del Cura, Mono Campeche, Pupusá, La Bramadora, Agua Sucia, San Ramón de la Roncadura, en El Carmen.
Quiebracabeza, Chibunga, Bravos Chicos, Bravos Grandes, El Capricho, Boca Vaca de Monte, Cuchara, San José del Tigre, Cerro Chamiza, Pulgas, en Chone.
Toalla Grande, Pepa de Uso, Cárcel de Abajo, en Montecristi.
Tripa de Pollo, El Placer del Culo y Boquerón, en Olmedo. Guacharacal, Cuacucal, Pajuy, Quiauque, en Pedernales.
La Trama, La Cangagua, El Roncador, en Paján. Soco Soco, La Atravesada, en Tosagua. Pata de Pájaro, Boca de Burro y Chicompe, en Santa Ana. Canta Gallo, en Jipijapa. El Pollo, Pimpiguasí y Ojo de Agua, en Portoviejo. Río Muchacho, en San Vicente. Liquiquí, en Manta.
